Hemos vivido varias semanas aislados y encerrados en casa. Ante la amenaza de un virus que hizo su aparición por primera vez en el mundo y por el temor que la noticia generó, los tomadores de decisiones optaron por una medida drástica, que en situaciones similares, en el pasado se han empleado. Pero las condiciones del mundo actual en el que casi todos los países interactúan y la gente se desplaza con facilidad, la medida tomada por los expertos (sentados en la comodidad de su escritorio) no contemplaron el desastre económico que ahora todos estamos viviendo.
El mantenernos aislados, ha contribuido a reducir los contagios, pero esto no ha erradicado el virus. Debe ser más efectivo el aislamiento selectivo con los contagiados, sus contactos cercanos en su diario y ocasional reciente convivir, para sólo aislar a estos grupos más estrictamente. Hasta este día, el despertar a, lo que tratamos de entender como, la nueva normalidad, está generando más angustia por la crisis económica, que lo que en su momento generó la noticia del nuevo virus. En todo el mundo es mayor el número de personas que depende de su trabajo diario para mantener a su familia y ellos ahora están con ansiedad.
Probablemente en el corto y largo plazo nuestro sistema inmune va a sufrir cambios en su forma de responder ante las infecciones. Si llevamos varias semanas lavándonos las manos con agua y jabón o usando gel con alcohol, esta práctica no habitual de lavado de la piel, está eliminando la flora normal de bacterias, hongos y virus que en ella habitan e interactúan a diario a travéz de la piel, estimulando diferentes respuestas de nuestro sistema inmunológico y organismo.
La alimentación provee al cuerpo de los nutrientes que los diferentes sistemas de nuestro organismo necesitan para seguir construyendo, reparando o defendiéndonos de agentes agresores. La falta de ejercicio y consumir azúcar, más de la que necesita nuestro cuerpo para funcionar, interfieren en el buen funcionamiento de nuestro sistema inmune.
Cuando nuestro cuerpo se enfrenta a un nuevo microorganismo, lo analiza para generar una respuesta defensiva. El coronavirus causante de COVID-19, tiene una capacidad invasora superior a las defensas de nuestro organismo especialmente en personas mayores y con enfermedades crónicas, siendo esta respuesta inmunologica lenta y débil.
La nueva normalidad incluye que seamos responsables y al inicio de molestias como; dolor de cabeza, ardor de garganta, tos, fiebre y malestar general, nos quedemos en casa, avisemos al médico e informemos a los que han convivido con nosotros de que también se cuiden.
En estos meses los enfermos de cáncer y otras enfermedades crónicas, interrumpieron sus tratamientos y ya deben de continuar con su atención médica, tomando las precauciones recomendadas para salir a recibir su medicina.
Donato Perez Garcia, MD.
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